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Entrevista: "Efectos adversos de la suplementación oral en dermatología"

  • Foto del escritor: Dra. García Millán
    Dra. García Millán
  • 4 jun
  • 3 Min. de lectura

La popularidad de los suplementos orales no deja de crecer. Cada vez más pacientes los consumen a diario, confiando en sus beneficios para la salud. Y son muy beneficiosos, pero su consumo tiene que tener una lógica. Lo que muchas veces se ignora es que estos productos, aunque no necesitan estudios clínicos para comercializarse, y estén disponibles también fuera de las farmacias, no son inofensivos.

El pasado 9 de mayo, durante el Congreso Nacional de Dermatología de la AEDV, tuve el placer de ser entrevistada por la Dra. Ana Molina.

En la entrevista, patrocinada por Novartis, repasamos los puntos fundamentales de mi ponencia en el Congreso en la que abordé algunos de los riesgos más relevantes de la suplementación oral en mi especialidad.




Los suplementos no son medicamentos

A diferencia de los fármacos, los suplementos no están regulados por las agencias del medicamento, sino por organismos de seguridad alimentaria como la AESAN en España. Eso significa que no se exige demostrar su eficacia, sino únicamente su seguridad en condiciones normales de uso. Y tampoco requieren estudios clínicos previos para comercializarse. En este contexto, podemos encontrar suplementos mal dosificados, contaminados o con ingredientes adulterados.


El país de origen sí importa

Una de las claves para evitar problemas es fijarse en el origen del producto. No todos los países aplican las mismas exigencias regulatorias. Los suplementos procedentes de la Unión Europea, Estados Unidos, Suiza, Alemania, Países Bajos o los países nórdicos suelen ofrecer más garantías de pureza y control. En cambio, los fabricados en países con normativas más laxas pueden contener dosis erróneas o sustancias no declaradas.


Vitaminas liposolubles: riesgo de acumulación y sobredosificación.

La sobredosis de vitaminas liposolubles —A, D y E— es un riesgo real, porque no se eliminan con facilidad y se acumulan en el organismo.

  • Vitamina D: muy utilizada por sus beneficios dermatológicos, puede causar insuficiencia renal y cálculos renals a partir de 5.000 UI diarias.

  • Vitamina A: esencial pero puede resultar dañina si se combina con otras fuentes de vitamina A. Puede ser teratogénica y causar daño hepático crónico.

  • Vitamina E: en dosis altas, se ha relacionado con aumento de ictus, sangrados e infartos. Además, potencia el efecto de anticoagulantes.


Biotina y su efecto en analíticas

La biotina (vitamina B7), se emplea en dosis elevadas para mejorar cabello y uñas. No se han descrito efectos adversos derivados de sobredosificación pero si sabemos que interfiere con múltiples pruebas de laboratorio. Puede falsear resultados de hormonas tiroideas, cardíacos y de embarazo, entre otros. La FDA emitió una alerta en 2017 cuando se detectó que en pacientes que sufrían infarto de miocardio, aquellos suplementados con biotina no presentaban elevación de una proteína determinante en el diagnostico de infartos (troponina). Es esencial suspenderla 48h antes de realizarse cualquier análisis, aunque aún muchos pacientes y médicos lo desconocen.


Niacinamida, Omega 3 y Espirulina: precaución con lo “natural”

  • Niacinamida: eficaz en la prevención del cáncer cutáneo no melanoma, es bien tolerada hasta 1 g diario. Dosis superiores pueden alterar el hígado, especialmente en personas con hepatopatías.

  • Omega 3: beneficioso si está bien purificado, pero puede estar contaminado con metales pesados si su origen no es fiable.

  • Espirulina: considerada superalimento, puede provocar reacciones graves: En la literatura médica están descritos casos de alergias graves y hepatotoxicidad. Puede falsear niveles de vitamina B12 en sangre y estar contaminada con metales tóxicos si el cultivo no es controlado.


Mejor un uso supervisado

Los suplementos orales no son inocuos. Son moléculas activas con capacidad de generar beneficios por su efecto biológico pero también pueden tener efectos adversos. Por eso es fundamental que su uso sea racional, informado y, siempre que sea posible, supervisado por un profesional sanitario experto. En dermatología, como en todas las especialidades, los detalles importan. Y los suplementos han llegado para quedarse, por lo que debemos conocerlos al detalle para dar el mejor consejo a nuestros pacientes.

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