Las cápsulas destinadas a fotoprotección oral son grandes aliados durante el verano para mejorar la capacidad protectora de los productos tópicos. Dermatólogos y farmacéuticos las aconsejamos siempre y su consumo ha aumentado en los últimos años.
Las empleamos en muchos contextos: urticaria solar, erupción polimorfa lumínica (“alergias al sol”), así como en pacientes susceptibles de padecer un cáncer de piel, fototipos claros… también previenen el empeoramiento de las manchas como el melasma.
Estos productos destacan por su capacidad antioxidante, inmunomoduladora y antiinflamatoria.
¿Y en esta época del año tiene sentido su consumo?
Cada vez somos más los dermatólogos que las empleamos en otoño-invierno en pacientes seleccionados, ya que hemos observado beneficios:
Durante el tratamiento despigmentante del melasma que realizamos con peelings, láseres, fuentes de luz y diversas formulaciones tópicas en invierno
En pacientes que realizan todo el año deportes al aire libre, para prevenir el fotoenvejecimiento
En patologías dermatológicas crónicas, como la psoriasis y vitíligo, por sus efectos inmunomoduladores y antioxidantes eligiendo en estos casos complejos que además aporten vitamina D.