El acné no es solo cosa de adolescentes. Aunque suele aparecer con más frecuencia en la pubertad, también es un problema común en la edad adulta. A simple vista ambas patologías pueden parecer lo mismo, pero existen diferencias clave en sus causas, localización, tipo de piel afectada y tratamiento. Conocer bien estas diferencias es esencial para abordar el problema de manera efectiva y evitar cicatrices o manchas persistentes.

Por qué no es igual en jóvenes y adultos
El acné afecta al 85% de los niños y jóvenes de 12 a 19 años. Se trata de una enfermedad dermatológica, que puede provocar afectación de la autoestima incluso si se trata de formas leves. Los niños con acné pueden sufrir mucho. Por ello el acné debe ser tratado adecuadamente en adolescentes y en preadolescentes. El acné juvenil afecta tanto a chicos como a chicas. Durante la adolescencia, el incremento en la producción de andrógenos (hormonas sexuales) estimula las glándulas sebáceas, lo que provoca un aumento en la secreción sebácea y sabemos que también existe una proliferación de las células que recubren el folículo pilosebáceo (poro) de forma que se favorece la obstrucción de los poros.
Una de cada 4 mujeres mayores de 20 años padecen acné
En los adultos, sin embargo, el acné es mucho más frecuente en mujeres y de hecho lo llamamos también acné de la mujer adulta. Una de cada 4 mujeres mayores de 20 años padecen acné de mayor o menor intensidad. Sabemos que existe una base de "desequilibrio hormonal" que muchas veces no se traduce en ninguna enfermedad, sino en una condición que acompaña a la mujer durante su edad fértil. Hay mujeres que padecen acné tras dejar anticonceptivos, durante el embarazo o si padecen síndrome de ovario poliquístico. Pero en otras ocasiones no existe aparentemente ninguna alteración en este sentido, por eso debemos entender que los factores desencadenantes en la mujer son mucho más complejos: estrés crónico, alimentación, afecciones intestinales, suplementos dietéticos o vitamínicos, entre otros pueden ser responsables de brotes de acné.
Dónde aparece cada tipo de acné
Uno de los aspectos que más los diferencian es la zona del rostro donde se manifiestan. En los adolescentes, las lesiones suelen aparecer en la denominada "zona T" del rostro, que incluye la frente, la nariz y la barbilla, donde se concentran más glándulas sebáceas. En cambio, el acné adulto sigue un patrón distinto y se concentra en la "zona U", afectando principalmente las mejillas, la mandíbula y la zona peribucal.
Tipos de lesiones y piel afectada
El acné juvenil se presenta con una gran variedad de imperfecciones, desde puntos negros y blancos hasta pápulas y pústulas inflamatorias. En algunos casos, pueden aparecer quistes profundos que, si no se tratan bien, pueden dejar cicatrices visibles.
El acné adulto es más frecuente en personas con piel sensible o reactiva
En el caso del acné adulto, las lesiones suelen ser más persistentes y profundas, con una mayor tendencia a la inflamación y la formación de nódulos dolorosos. Además, mientras que el acné juvenil afecta sobre todo a pieles grasas o seborreicas, el acné adulto es más frecuente en personas con piel sensible o reactiva, lo que puede hacer que los tratamientos "tradicionales" no funcionen.
Cómo tratar el acné según la edad
En primer lugar acudir al dermatólogo, asegura un tratamiento eficaz y certero del acné. A mi me gusta apoyarme en 3 pilares esenciales en el tratamiento del acné: tratamiento cosmético, fármacos (orales o tópicos) y fuentes de luz (láser y luz pulsada). En los adolescentes, los productos tópicos con retinoides, peróxido de benzoilo y antibióticos suelen ser suficientes para controlar la producción de sebo y reducir la proliferación bacteriana. En ocasiones podemos combinar los productos tópicos con fármacos orales.
En el acné adulto en cambio, el tratamiento muchas veces debe abordar el componente hormonal con anticonceptivos o fármacos antiandrógenos. También es clave una rutina de cuidado de la piel adaptada a cada tipo de acné, evitando productos agresivos en pieles sensibles, una buena higiene e hidratar solo cuando sea necesario.
Más allá de los cuidados de la piel
Más allá de los tratamientos dermatológicos, el estilo de vida juega un papel importante en la aparición del acné. Evitar la manipulación de las lesiones, mantener una alimentación equilibrada y gestionar el estrés pueden marcar una gran diferencia en la evolución de la piel.