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  • Foto del escritorDra. García Millán

Protegernos de las redes sociales también es proteger nuestra piel

Las redes sociales son ampliamente utilizadas para divulgar información dermatológica: patologías, tratamientos y resultados esperados. Sin duda, el acceso a la información que facilitan las redes sociales, permite que los pacientes ganen un conocimiento inicial que facilita mayores conocimientos acerca de su enfermedad así como de las opciones de tratamiento existentes, lo cual suele ser generalmente positivo de cara a la consulta. No obstante, no toda la información que fluye por las redes sociales es exacta o, incluso, verídica. En esta entrada comparto mi visión de los posibles riesgos asociados al uso de la redes sociales para obtener información sobre la piel y tratamientos estéticos y qué hacer para evitar que se vuelva en nuestra contra.



La información dermatológica en las redes sociales

Cada vez es más abundante la información sobre temas relacionados con la dermatología y la estética disponible en las redes sociales. De esta forma, las redes sociales se han convertido en una herramienta muy útil para mejorar la comprensión y el conocimiento general sobre el cuidado de la piel.

Los dermatólogos podemos aprovechar las redes sociales para sensibilizar acerca de enfermedades cutáneas, prevención y tratamientos, lo que permite a los pacientes realizar un cuidado activo de su piel y mantener mejor su salud. Además, una mayor comprensión del funcionamiento de las funciones cutáneas, sus patologías y su cuidado puede generar una comunicación más efectiva entre los dermatólogos y nuestros pacientes, facilitando una relación médico-paciente más sólida y un tratamiento más personalizado y eficaz.


Riesgos asociados a las redes sociales en dermatología

En la era digital, las redes sociales han transformado la forma en que las personas buscan información sobre su salud y tratamiento médico. En el ámbito de la dermatología, cómo manejamos la información disponible en las redes es especialmente delicado debido a la complejidad de las patologías de la piel, a la necesidad de tratamientos precisos y a la importancia de generar expectativas realistas sobre los resultados de los tratamientos. Sin embargo, la falta de exactitud o, incluso, de veracidad de esta información puede confundir a los pacientes, dificultar los tratamientos y poner en riesgo la salud.

Otro de los riesgos de las redes sociales es la potencial generación de expectativas irreales o inalcanzables en términos de belleza y apariencia física. En las redes sociales, es común ver imágenes de personas con piel sin imperfecciones, lo que puede llevar a creer que ese aspecto es la norma o fácilmente alcanzable. Ante este tipo de imágenes, algunos pacientes pueden demandar tratamientos dermatológicos no indicados, innecesarios o, incluso, someterse a técnicas y métodos potencialmente nocivos.

A la difusión de imágenes adulteradas se suma el paulatino incremento de la autoexigencia debido al uso de filtros y otras herramientas de tratamiento de imágenes. La facilidad con que estas herramientas permiten retocar la apariencia real de nuestra propia piel puede hacer que los pacientes intenten alcanzar ese "otro yo" irrealmente perfecto. La relación dermatólogo-paciente se torna especialmente compleja cuando el primer paso del tratamiento es recuperar una imagen realista pero saludable.


Cómo evitar los riesgos

Es importante tener precaución al buscar información en las redes sociales sobre el cuidado de la piel. Aquellas fuentes a las que recurramos deben ser confiables y contrastadas, como las páginas web de organizaciones médicas de renombre y la información que proporcionamos los dermatólogos. Dado que los dermatólogos tenemos acceso a conocimientos, información y recursos que no están disponibles para el público en general, y a que contamos con abundante experiencia clínica, ofrecemos una perspectiva más precisa y completa sobre la salud dermatológica.

Unido a ser cautelosos en el acceso a fuentes de información, es fundamental ponernos en manos de un profesional de la dermatología que proporcione una evaluación individualizada y personalizada de nuestras necesidades.

Además, es muy importante que establezcamos una relación de confianza con nuestro dermatólogo. De esta forma, la comunicación con el especialista será más fluida y transparente, mejorando el diagnóstico y la definición del tratamiento adecuado. Como pacientes, nos sentiremos también más cómodos siguiendo sus recomendaciones y mejoraremos la adherencia al tratamiento. Y esto nos permitirá mejorar la prevención de futuras patologías, a través de la detección temprana y unos mejores hábitos.

Por último, nuestro dermatólogo de confianza nos ayudará a mitigar los riesgos de las redes sociales, estableciendo tratamientos que prioricen la salud sobre otras consideraciones. Y, en cuanto a la estética, nuestro especialista nos orientará para seleccionar un tratamiento que aporte naturalidad, armonía, y que proporcione un resultado moderado y equilibrado independientemente de las modas.

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